En el año 2011, de manera autodidacta y con la idea de realizar un ejercicio de memoria, realicé un trabajo fotográfico que deseaba dedicar a mi madre. Cada año regreso a la isla de Lanzarote y descubro nuevos paisajes y luces, me asaltan recuerdos de mi niñez que me han convertido en un fiel devoto de la isla.
Mi madre nació en el pueblo de Haría, donde el tiempo parece detenerse y donde me reencuentro con algunos de esos recuerdos.
Finalmente, este pequeño proyecto se convirtió en un libro de fotografías, que dedicaría a mi madre y a la memoria.

Pasear por las calles de Haría me produce nostalgia y miedo.
Tengo miedo de reencontrarme con mi niñez y descubrir que las cosas grandes no lo eran tanto.
La casa de mis abuelos era la primera del pueblo, ahora ya no. El pueblo crece y desaparece el concepto de cerca o lejos, de grande y pequeño.
A mi madre no le gustan estas fotografías, creo que también, tiene nostalgia.

Viajar a la memoria tiene sus peligros.
Nos encontramos con nosotros mismos y descubrimos que hemos cambiado, y pensamos en el “¿qué hubiera pasado si?”.
Revisando viejas fotografías del album familiar reconocí a mi madre, su juventud, su huida.

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